viernes

Cap. 17 Mientras dormíais


Conchi entró en mi habitación y cogió el portátil.

A veces me da rabia que haga eso, porque viene a mi casa solo para conectarse (o al menos eso parece) pero tenía una cara un poco impasible, así que no le dije nada. Después de unos minutos en silencio le dije que había hablado con el Raúl. Una vez sacado el tema Conchi dijo:

- La Ana me ha dicho que ayer, mientras estábamos durmiendo, el Sergio se despertó y le dio un morreo.

¿QUÉ? Mentira podrida. Eso no podía ser verdad porque Sergio no era así. ¿O sí?

Se me congelo el tiempo. ¿Toda la noche con él para eso? Me habían clavado un cuchillo en todo el corazón. Y dolía.

Conchi estaba impasible, mirando a la pantalla, pero no me engañaba. El momento que estaba pasando yo ahora lo había pasado ella antes. Aún así era increíble.

- No me lo creo…- lo dije casi susurrando pero me escuchó.

- Yo tampoco, pero eso es lo que dice ella.

Realmente Ana era nuestra amiga, y no tenía razón para mentirnos, pero parecía que lo hacía por joder. Parecía que había dicho eso solo para que Conchi lo pasara mal (porque a pesar de todo lo de anoche, Ana no sabía que yo estaba por Sergio). Me vino a la cabeza toda la noche pasada. Ana siempre abrazada a Sergio, poniéndose encima, y nosotras quitándola, después encima de quejaba, y nosotras con la excusa de que tenia novio. En realidad parecía que TODO lo había hecho por hacernos daño. Más tarde lo pensé con detenimiento y llegue a la conclusión de que lo hizo porque le quería y tenía su oportunidad. Pero en ese momento no se me pasó por la cabeza.

Os voy a decir algo de lo que me arrepiento mucho, así que no lo comentéis por ahí: Conchi y yo nos pusimos a criticar a Ana. Entre nosotras la estábamos poniendo negra. Pero sentíamos mucha rabia por dentro, y a alguien le teníamos que echar la culpa de que a ese chico no le importásemos, y la tomamos con ella.

Como un reloj, en cuanto Conchi se fue, Sergio se conectó. Después de los homologados “Hola, qué tal” fui directa al grano.

Yo: Oye

Sergio: Qué?

Yo: Le diste un morreo a Ana..?

No sé si lo pasé peor cuando me decidí a preguntárselo o cuando me respondió.

Sergio: No... Fue un beso normal…

Yo: Pero se lo diste TU a ella?

Sergio: Pues más o menos... Pero ella me provocó.

No necesitaba saber más. No quería saber más. El puñal en mi corazón apretaba aún más fuerte. Intente mostrarme indiferente.

Yo: Ya

Sergio: Tu cómo lo sabes?

Yo: La Ana nos lo ha dicho.

Dije nos. Dije nos para ver si se enteraba de que no solo me había clavado un puñal a mí. A Conchi también. Sabía que esto iba a ponerla peor pero en cuanto la viera se lo contaría.

Sergio: Ahhh, vale.

Yo: Pero ella ha dicho morreo.

Sergio: No fue ni un pico ni un morreo… Fue un beso normal.

Se me cayó el mundo al suelo. Mi corazón quedó congelado, no sentía nada. El ventilador que llevaba helándome desde que lo encendí dejo de ser un estorbo. No podía mover ni un musculo. No podía llorar. Dicen que Dios no nos da más peso del que podamos llevar. Ahora creo que se equivocan. Yo no puedo con esto. Finalmente las lágrimas brotaron de mis ojos. Fue como una avalancha de sentimientos, de desesperación, de dolor, sufrimiento... Era superior a mis fuerzas. No le pude contestar y decidí cerrar la ventana. Puede que sospechara por haberme ido tan de pronto después de eso, pero ya me daba igual. Todo me daba igual. Ya era de hielo. No sentía nada, no quería nada, estaba fría y distante. No quería saber nada de él, ni del resto del universo.

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