viernes

Cap.15 Amigas

Conchi y yo estuvimos hablando en el colchón.

- Tía, vaya morro tiene la Ana, está solo con el Sergio y después si le decimos algo se queja, ¡pues si esta con el Raúl todavía! Le está poniendo unos cuernos… - Conchi tenía razón, Ana estaba con Raúl, un amigo nuestro que en esos momentos era el nuevo “mas que novio, complemento” de Ana. Ella ayer nos había asegurado que le quería. Ya. Fijo.

- Yo se lo voy a decir a la Ana, que como no se lo diga ella se lo cuento yo, a mi me da igual, encima de todo lo que le esta haciendo no se va a ir tan feliz.

- Lo que más me jode es que no se merece al Sergio.

- ¿y nosotras sí?

- Nosotras tampoco, pero más que ella sí.

La verdad es que Ana no había hecho muchos logros para merecerlo. Le había dejado ir, le había puesto los cuernos, le había dicho de todo, y aun si míralos… No parecía muy justo.

- Es que antes estaba igual, más que abrazando a Sergio, me da mucha rabia porque no es su novio.

- Pero acabarán juntos otra vez.

Pronuncié lo que nosotras deseábamos que no pasara y a la vez que sí. No queríamos que estuviera con ella porque lo íbamos a sufrir. Y a la vez era nuestra amiga y queríamos que fuera feliz.

- No le podemos decir que no salga con él tampoco, porque no estaríamos siendo buenas amigas.

Conchi asintió. Pensaba como yo. Todo esto lo hablamos en una voz tan baja que Ana y Sergio, con su colchón al lado, no se enteraban de nada. Menos mal.

Me estuvo rondando por la cabeza bastante rato. Ana, después de todo lo que le había hecho a Sergio, estaba allí, con él, tumbada a su lado y disfrutándolo. Y nosotras, bueno la verdad, en ese momento pensé yo, no nosotras. Y yo, que le había ayudado todo lo que podía, que había hecho de su mejor amiga, que le había contado todo y el a mí y que no le había fallado nunca, estaba aquí, en el colchón de al lado, con mi mejor amiga, que se sentía como yo.

¿Vosotros lo veis justo? Os lo digo de verdad, poneros en mi lugar e intentar sentir lo que yo siento. Bueno mejor no, no quiero desearle este mal a nadie.

Dicen que lo peor del mundo es amar y no ser amado. Bueno, también se puede amar y ver como tu amado se tira a otra en tu cara. Y también se puede que esa otra sea una de tus mejores amigas, y por eso te tengas que aguantar.

Pero yo no le quiero fallar a Ana. Ella no me lo haría a mi. Y si tiene la oportunidad para estar con el mejor chico del mundo y lo duda, mi deber es animarla.

Intentaré dejar al lado mis pensamientos, y si veo que me desbordo hablaré con Conchi, que es como la voz de mi cabeza con la que charlo a veces por las noches, siempre está de acuerdo conmigo.

Cap.14 Tiembla

Oye, este está respirando más rápido.

Era un comentario un poco estúpido porque todas nos estábamos dando cuenta de que sí, respiraba más rápido. Y además el corazón parecía que se le iba a salir por la boca.

- ¿Es cosa mía, o le tiembla la pierna?

¡Joder que sí que le tiembla!

- Ostia es verdad.

- A saber que esta soñando.

- Pues a mí, con el corazón a tope, respirando más rápido y que tiemble, me suena a pesadilla.

Mal royo en el ambiente. Después de todas las historias de miedo de antes, ahora esto.

Pi.

¿Qué mierda es eso?

- ¿Qué ha sido el pitido?

- No lo sé

Tres pares de ojos fueron a parar a ese estúpido frigorífico para botellas de vino que Ana tenía en su salón. Había una luz azul, que era lo grados a los que estaba el frigorífico. Ponía 12. Las tres estábamos seguras y nos acordábamos perfectamente que estaba a 16. Y también nos acordábamos perfectamente de que la pantalla para cambiar los grados de ese aparato era táctil.

- Joder tías, primero que se le mueve la pierna y está nervioso y ahora cambia eso que es táctil. Vamos a despertarle – dijo Conchi.

En realidad despertarle no era una mala idea, pero se le veía tan mono durmiendo… Era un espectáculo que no queríamos terminar.

- Pero es que da cosa despertarlo. – Ana pensaba lo mismo que yo.

- ¿Y que hacemos? Lo dejamos que duerma aunque puede ser que tenga una pesadilla mientras nosotras estamos cagadas aquí?

Buen argumento. Lo despertamos.

Le quitamos el brazo de encima de la cara para verle, estaba hermoso, nos quedamos un rato hipnotizadas hasta que nos acordamos de la situación. Le cogí de la cara y fui diciendo “Sergio, despierta” a dúo con Ana, que le cogía el brazo.

Sergio se despertó y empezó a quejarse ( se ve que no era de los que se despiertan de buen humor).

Se lo explicamos todo en versión fast (o sea, rápida) y él, todavía medio dormido, nos dijo que nos fuéramos a dormir ya, y que le dejáramos a él también.

Esta vez le hicimos caso, porque estábamos muy cansadas, ya eran las 7 de la mañana y no habíamos pegado ojo.

Conchi y yo nos fuimos a un colchón hinchable y dejamos a Ana a solas con Sergio en otro. No nos gustaba la idea, ¿pero qué querías que hiciéramos?

miércoles

Cap.13 La verdad


Después de varios cambios de posición que Sergio nos obligó a hacer porque Ana se quejaba, acabamos tumbados en el colchón hinchable, a lo ancho. Ana se había abrazado a Sergio y había apoyado su cabeza en él. Yo simplemente estaba tumbada al otro lado, con una mano en la tableta, ya que Sergio estaba boca arriba. Conchi se tumbó en el sofá que estaba encima de nuestras cabezas.

Al principio empezamos a hablar con Sergio, pero este no hacía más que decir que tenía sueño, que durmiéramos todo ya. Al final le convencimos de que se durmiera de una vez. Nosotras seguimos despiertas.

Después de un rato corroborando que Sergio estaba dormido, nos pusimos a hablar.

- Ana, no vuelvas con Sergio todavía – solté yo. Y esa noche estaba sincera, solo decía la verdad. – Déjale que este más tiempo soltero que así se deja hacer.

- Eso es verdad, esta muy raro, no se queja ni nada con todo lo que le hacemos – dijo Conchi.

- Creo que es que ya está harto de nosotras y le da igual.

- Puede ser.

Silencio. La tres mirábamos a Sergio dormir. Estaba hermoso. Yo seguía con la mano en sus abdominales. Me concentré en como respiraba. Estaba vivo. Me encantaba estar así. Le quería.

- Ana, como este chico no vas a encontrar ninguno, y cada chica que le conoce se enamora de él. Has tenido suerte, él te quiere a ti. No lo dejes, te está dando otra oportunidad – dije lo que todas pensábamos.

Invité a Ana y a Conchi a apoyar la mano para que lo sintieran respirar. Pusimos la otra mano en el pecho, notando su corazón. Estuvimos un rato en silencio. Después dije una frase sin pensar, pero que al momento me di cuenta de la razón que tenía. Y ellas también

- Os dais cuenta, estamos aquí las tres, calladas para que no se despierte, escuchándole respirar, sintiéndole el corazón… Os dais cuenta de que ahora, Sergio es lo más importante de esta habitación…

Asintieron en silencio. Yo ya sabía la razón que tenía. Al rato seguimos hablando. Diciéndole a Ana que no le dejara pasar y poniéndolo en un pedestal de cumplidos, que bien se los merecía.

Allí estábamos las tres. Imaginaros el panorama. Tres amigas, alrededor de un chico. El chico de sus tres vidas. Mirándole con todo el amor que sentían. Sintiendo como respiraba y le latía el corazón. Escuchándole respirar. Viéndole en su momento más indefenso. Estaba totalmente hermoso e inocente. Y durmiendo. Sin darse cuenta de todas las declaraciones que habían hecho delante suya. Ojalá hubiera estado despierto. Ojalá nos hubiera escuchado.

Entonces pasó algo muy raro.

martes

Cap.12 Miedo

Ya eran las 4 y media. Conchi y yo nos estábamos cayendo de sueño. Ana seguía con el portátil, ya que después del juego vio luz verde para volver a su vicio. Conchi y yo seguíamos hablando con Sergio.

Cuando al fin conseguimos que Ana apagara el portátil y apagáramos la luz, Sergio no paraba de hablar. Estaba muy nervioso, porque ya era muy tarde para que se fuera a su casa, y no hacía más que pensar en lo que le iban a liar sus padres cuando llegara y la madre de Ana a ella. Así no había ni Dios que pudiera dormir.

Conseguimos que Sergio dejara de pensar en eso, pero empezó a pensar el algo peor. Primero con lo de la lucecita azul de la tele, que empezó a darnos miedo y nos pegamos más a el. Y con eso del miedo empezaron a contar historias de miedo.

- Yo me acuerdo, que en mi otra casa, una que era así como antigua, pasaban cosas muy raras. Un día, por ejemplo, estaba mi hermano durmiendo y empezó a notar que le tocaban los pies. Y más que tocarle los pies, más que tocarle los pies. Él se creía que era mi hermano, el otro, y le empezó a decir “Para ya, teto” y “Que pares ya” hasta que mi hermano, que estaba en la otra habitación, vino porque oyó su nombre, y le dijo que en la habitación no había nadie, que estaba él solo.

Nos pegamos a Sergio más todavía. Que mal royo. Ahora estábamos todos con un cojín encima de los pies. Como si no fuera bastante con una historia de miedo, Conchi fue a hacer su aportación.

- Pues mi padre una vez, estaba en la casa de su amigo, que tenía un bebe chiquitillo. Le había regalado un piano de esos de niños pequeños, pero como era muy pequeño todavía pues lo habían puesto encima del mueble para que no lo cogiera. Cuando estaban viendo la tele empezó el teclado a sonar. Pero solo. Y mi padre viendo como las teclas de hundían solas y sonaban.

Estuvimos así hasta las cinco, cinco y media, y fue peor todavía cuando vimos que Ana tenía un mueble lleno de muñecas de porcelana. A cada historia que contaban Sergio y Conchi, nosotras nos pegábamos a Sergio. Ana le cogió un brazo y se tumbo a un lado de él en el sofá, por dentro. Conchi le cogió el otro y estaba sentada en el reposabrazos del sofá. Y yo, viendo que Sergio no tenía más brazos, puse la cabeza en sus abdominales. Después Conchi empezó a subirle la camiseta y eché la cabeza un poco para el lado para poder ponerle la mano en la tableta. Estaba bueno.

Entonces Sergio hizo algo que nos congeló el corazón a Conchi y a mí. Abrazó a Ana por detrás, y le dijo “Ay, mi chiquitilla”… En ese momento se me paró el tiempo. Mire hacia arriba, y aunque estaba oscuro, vi a Ana con una sonrisa de oreja a oreja, y vi a Sergio mirándola con cariño. Me estremecí. Me dolía por dentro. Tenía la sensación de que en cualquier momento vomitaría mi propio corazón y dejaría de sufrir de una vez. Conchi estaba un poco apoyada en mi y la sentí estremecerse también. Recordé que aquí no era yo la única que sufría, y eso no me hacía sentir exactamente bien.

A partir de ese momento de la noche, Conchi y yo no pudimos hacer más que acumular rencor hacia Ana, por envidia pura, aunque buscábamos excusas. Él no nos quería. Nunca iba a hacerlo. No era tan fácil de asimilar, teníamos que echarle la culpa a alguien.

domingo

Cap.11 Atrévete


- Bueno pues empezamos, le toca a Ana- dijo Conchi todo convencida.

Ana seguía a su rollo, con el ordenador, a pesar de que habíamos conseguido que se uniera al juego no nos hacía ni caso.

- Dime- soltó Ana, haciendo notar que no tenía ninguna gana de jugar.

- Atrévete… a apagar el ordenador y no usarlo en toda la noche.

- Pero tío…

- Si no lo hacer te tienes que quitar la camiseta- le cortó Conchi.

Así consiguió que Ana parase. Y consiguió más cosas, sí. A partir de ahí, Sergio fue el centro de atención a todos los “Atrévete”. Al final, Conchi estaba con la parte de arriba del bikini, por no atreverse a darle un pico al Sergio, pero si se había atrevido a quitarle la camiseta (volviéndosela a poner). Ana estaba totalmente normal. Con ella no habíamos interferido al Sergio, bueno más bien fue Conchi la que no lo hizo interferir, porque yo no dije ningún “Atrévete” a nadie, yo deje a los otros pensar. Yo acabé sin camiseta, en sujetador, por no haberme puesto encima de Sergio, pero sí le chupé la oreja jaja, eso fue muy divertido. Sergio acabó sin camiseta por no… Recuerdo bien esa parte, ahora que me ha venido a la cabeza.

- Venga Sergio, Nerea, poneros a pensar que le toca a Ana - dijo Conchi

Yo pasé cinco pueblos de pensar. Seguía echándole fotos a Sergio Conchi me sacó de mi trance a lo bestia.

- Atrévete a meterle un morreo a Ana – soltó esta

¡Pero que decía esta! ¡Qué era capaz!

Después de unos minutos de tensión en el ambiente, se seis ojos fijos en esos azules, Sergio se quitó la camiseta sin mediar palabra y seguimos jugando.

Seguí echando fotos, ahora mucho más contenta. Estaba sin camiseta y se le veían todos los músculos. Esta cuadrado. Estaba buenísimo. No veas cómo me alegraba de haber jugado a este juego.

Sergio estaba nervioso y se le notaba, cada vez que me miraba porque yo estaba hablando, se le iban los ojos y giraba la cara. Se le notaba un montón cuando lo hacía y estuvimos un rato riéndonos de él.

Como a Conchi y Ana les gustaba bastante la idea de que yo echara fotos a nuestro Adonis, bueno, más bien la idea de que se las pasara a ellas, le dijeron a Sergio que se atreviera a posar en 6 fotos.

No fue divertido, fue lo siguiente. Sergio procuraba no reírse en las fotos, aunque no sé porque, ya que tiene una sonrisa encantadora que me haría mover montañas, a mi, y a Ana y Conchi. Pero a pesar de sus esfuerzos, con los nuestros conseguimos sacarle una sonrisa.

Estaba guapísimo, perfecto. Sin camiseta medio tumbado en el sofá, apoyado con los brazos, se le marcaba la tableta, miraba al lado y sonreía. Sonreía porque yo dije “pero qué bueno estás, coño” Tampoco os creáis que eso era raro, llevaba toda la noche igual, y por una razón bastante extraña Sergio de dejaba. Dejaba que le dijésemos lo que fuera incluso que le sobáramos la tableta, y eso, todo hay que decirlo, estuvo genial. A lo mejor fue porque ya estaba harto de nosotras o porque estaba cansado. Ni idea, pero molaba.


Cap.10 La detención


En un segundo o menos ya estábamos las tres encima de Sergio. Yo le cogí del brazo derecho, Conchi por el izquierdo y Ana por detrás. Yo creo que estaba muy claro que no le íbamos a dejar irse,¿no? Pero aún así, Sergio siempre tiene que preguntar. Es realmente encantador.

- Pero me queréis dejar que he quedado con el Juanmi

Para nosotras, que no teníamos ni idea de quién era ese tal Juanmi siquiera, cualquier razón o excusa para que se fuera se iba a quedar corta. Él de quedaba más. Sí o sí.

- Sergio, que no te vamos a dejar irte- le dije.

- ¿¡Pero por qué no!?

- Porque no queremos que te vayas- aquí las cosas claras.

- Verdad- dijo Ana

Después de varios intentos de irse y varios quejidos de que le hacíamos daño (a lo que respondimos que si no se intentaba ir no le hacíamos daño) se dejo caer en el sofá.

No sé cómo le convencimos para que se quitara los zapatos, creo que fue con la excusa del colchón inflable que se podía pinchar o algo así. El caso es que le cogimos los zapatos y los escondimos, así no se podría ir.

Conchi y yo hacíamos más que hablar con Sergio, gastarle bromas, y cuando se iba, que lo intentó bastantes veces, le cogíamos y lo volvíamos a poner en el sofá.

En cambio Ana… había cogido su portátil y se había quedado aparte. No se nos puede echar la culpa de eso, supongo, ella se margino sola. Yo creo que estaba celosa porque nosotras estábamos con él, pero eso era una tontería, porque si se ponía así perdía el tiempo. Más de una vez le dijimos que viniera, que se uniera a nosotros y no nos hizo caso.

Yo encontré mi entretenimiento echándole fotos a Sergio. Recuerdo totalmente ese momento, porque fue cuando empecé un maratón de fotos, doscientas, de Sergio en todas las posturas y todas las caras que sería capaz de poner.

Sergio no hacía más que quejarse, pero siempre con una sonrisa. Esa sonrisa… Desde luego era único en el mundo.

Cuando ya tenía ochenta fotos, serían las 3 de la mañana, a Conchi se le ocurrió un juego, el juego de siempre, el juego del atrevimiento.

Los demás pensaban en algo que tú tenías que hacer, y si no eras capaz te tenías que quitar algo de ropa. Ojo, ropa, no accesorios ni zapatos. Incluso ahora dudo de si Conchi intentaba desnudar a Sergio o si intentaba que Ana colaborara con nosotras. Pero algo sí que consiguió, por las dos partes.

Cap.9 Feliz cumpleaños, Ana


Una fiesta en la piscina de Huércal. Yo no pude ir por temas de mujer, se me entiende, ¿no? Pues bien me perdí la cara de Ana y Conchi al verle allí, me perdí estar en la piscina con él y creo que me entendéis si os digo que no quiero hablar más de esto.

Llegaron a casa de Ana y me llamaron para que fuera. Allí solo estaban el nuevo “más que novio, complemento” de Ana, Jaime, un amigo de Jaime y Conchi. No era gran cosa la fiesta.

Comimos con una barbacoa y estuvo bien la verdad, todo fue risas y cachondeo. Hasta que llamó Sergio. Las únicas tres niñas presentes huimos como cohetes hacía el baño y nos encerramos.

No recuerdo muy bien la conversación, porque en la mayoría de partes yo estaba arriba, vigilando a las bestias que reinaban en el terrado y el reproductor de música, lo que en realidad me gustaba, ponían buenas canciones.

El caso es que, cuando se fueran, Sergio iba a venir. Si, iba a venir. Al fin le iba a ver. Iba a estar aquí. De noche. Aquí. A saber hasta qué hora, ya que Conchi y yo nos quedábamos a dormir. Nuestros corazones iban a mil por cada minuto que pasaba.

Tuvimos que aguantar unos minutos más con los bestias de arriba. Hubo una guerra de salchichas, con su respectivo parecido, y la verdad fue muy divertida. Pero nosotras estábamos como en otro mundo. Nos reíamos, si, y a lo mejor si tenían suerte participábamos y todo. Peo nuestra cabeza no hacía más que imaginar la cara de Sergio. Sus ojos azul cielo con su mirada tan hipnotizante. Sus labios, sonriendo, como siempre. Luego pasaban a su cuerpo, sus abdominales, no estaba bueno, no. Era lo siguiente, era perfecto.

Los veinte minutos nos parecieron hora pero al final se fueron.

Era el momento.

Cogimos el móvil, y con el poco saldo que quedaba, mandamos un mensaje, dos palabras: “Ven ya”. Como respuesta al mensaje, una llamada que realmente sobraba para preguntar, con su voz un poco ronca, si eso era que queríamos que viniera ya. Después dicen que entienden bien cuando les dices las cosas sin indirectas.

A los cinco minutos que parecieron horas, nos abalanzamos las tres contra la puerta, y allí estaba él. Tan hermoso como siempre, incluso más. Sonriendo, un poco avergonzado ante nuestras miradas sin disimulo. Era perfecto, sí. Sin duda.

La madre de Ana lo dejó quedarse, a pesar de ser las 11 de la noche, con nuestra excusa de que venía a ver una película que después no llegamos a ver.

Allí estábamos, los cuatro solo en el salón, encima de un colchón hinchable y dos sofás, hablando de cosas normales y corrientes. Se hicieron las doce. Sergio se levantó del sofá y dijo que tenía que irse. Yo creo que en ese momento nuestras mentes se cordinaron a la perfección, por las tres paso la misma frase.

Ahora no.

sábado

Cap.8 El verano

Ana y Sergio volvieron de nuevo, juraría que un par de veces, pero su relación era un vaivén continuo de emociones. Cuando estaban bien eran como la pareja perfecta: se querían, se abrazaban, hacía bromas… todo perfecto. Pero después, Ana hacía alguna tontería o Sergio de rayaba por otra y ya estábamos con líos. Cuando llegó el verano, Sergio y Ana no estaban juntos. Se habían peleado a insulto limpio por msn. Estaban bastante cabreados.

Ana decía que Sergio ya no era nada para ella, pero yo realmente me preguntaba ¿a quién quería engañar? Porque ni yo, ni Conchi, ni siquiera ella misma, nos creímos ninguna de esas palabras cuando salieron de su boca.

Las últimas semanas de instituto Sergio no apareció. Las tres estábamos con el corazón en la garganta, esperando encontrarlo detrás de la verja del instituto, verlo un día por un recreo, poderle decir que lo queríamos… Pero eso no iba a suceder.

Fueron malos tiempos en realidad. En dos mese de verano Sergio no doy demasiadas señales de vida. Habló con la Ana un día o dos y lo arreglaron. Conmigo habló una vez por internet también pero, para qué mentir, nuestra relación de había ido deteriorando y no pasamos del Hola. Conchi no tuvo la misma suerte, y eso que fue la que más intento contactar con él. Le mando mensajes, le llamó, intentó quedar, y no hubo suerte. Creo que una vez lograron hablar, pero también se habían distanciado.

Las tres con el corazón roto, casa una a su remedio. Ana probó unos cuanto “más que novios, complementos”. Conchi veía una serie en internet, que se lo pusieron, que la entretenía bastante. Yo procuraba con todas mis fuerzas no pensar en él, y a veces lo conseguía. Intenté conocer más chicos pero no fueron gran cosa.

Para seros sincera, ninguna conseguimos nuestro propósito.

Fue el día del cumpleaños cuando se nos iluminó el mundo a las tres solo con su sola presencia.

viernes

Cap.7 El turno de Conchi

Yo me intenté alejarme lo máximo posible de Sergio y Ana. Ahora estoy acostumbrada a estar enamorada de esos ojos azules pero antes no, y no hacía más que ponerme nerviosa con la situación, así que decidí que dejar mi puesto como consejera era lo mejor que podía hacer, y así olvidarme de una vez por todas de ese ángel.

Como estábamos acostumbrados a estar todos juntos, Sergio, Ana, Conchi, Jaime y yo, tuve que buscarme otro grupo de amigas, solo chicas, bastante aburrido pero son unas grandes personas de todas formas. Pero aunque yo me fuera del otro grupo, allí no dejaba de haber cambios.

Como yo abandoné mi puesto, las crisis de la relación de Sergio y Ana fueron a parar a Conchi, pero no ella no tenía internet en casa, así que las crisis ocasionaban visitas de Sergio a casa de Conchi que Ana desconocía. A ella no le molestaba ayudarles, y en esos momentos fue cuando empezó a enamorarse de Sergio. Conchi no tenía ni idea de lo que le pasaba, pero cuando le miraba a los ojos se le iluminaba el mundo. Yo ya lo sabía, el roce hace el cariño, y por mucho que Conchi lo negara era obvio. Aunque en realidad ella todavía no sabía lo que sentía.

Cuando Conchi se dio cuenta de lo que sentía fue en la pelea más fuerte que tuvieron Ana y Sergio, que los mantuvo separados semanas, después de 6 meses de relación. Fue así:

Jaime le presento un amigo a Ana (otro más para el montón, pensó ella). Se llamaba Pedro. La verdad, no era gran cosa de chico, no era guapo si quiera, pero esa era mi opinión. Ana parecía tener otra.

Empezó a quedar con Pedro sin que Sergio lo supiera, y empezaron a mandarse SMS, etc.… Conchi y yo si lo sabíamos, y no hacíamos más que decirle a Ana que parara, pero como todos suponéis, pasó cinco no, catorce pueblos de nosotras.

Cuando nos hartamos de que Ana tratara así a Sergio, le obligamos a contárselo. Fue realmente incomodo. Ya había corrido rumores de lo de Pedro y Ana le había mentido diciendo que era mentira, y él, con toda su inocencia, le había creído. Y llegaba el momento de decir la verdad.

- Venga Ana, ahora o nunca - le dije.

Un pequeño silencio llenó el momento. Era el momento.

- Sergio… Todo lo que dijeron del Pedro y de mí… Era verdad…

Sus palabras se perdieron en el silencio para mí. En cambio, para Sergio, habían cortado el aire y se le habían clavado en el corazón. Su chica, la chica que amaba, le estaba diciendo que le engañó. Él nunca hubiera sido capaz de hacerle eso. Él la quería. Y ahora esto.

Ana se echó a llorar y se alejó, dejándonos a Conchi y a mí solas con Sergio. Yo no quería volver quedarme a solas con Sergio, así que me fui con Ana, sabiendo que Conchi, por gusto y por obligación, se quedaría con Sergio. Mientras me alejaba vi a Sergio desplomarse en el suelo, quedando sentado de rodillas, y a Conchi sentándose a su lado.

Consolé a Ana mientras lloraba, y me sentí romper por dentro, no tan fuerte como ella, pero al fin y al cabo rota, cuando vi a Conchi abrazar a Sergio. Quería que fuera mío, pero estaba fuera de mis posibilidades.

Aunque Conchi, un poco más tarde, me acabo contando lo obvio, yo no le dije nada. No quería que supiera que era una más de las chicas que caían a los pies de esos ojos, de esa sonrisa, y de ese chico, más ángel o Dios que chico, que se había metido de ocupa en nuestros corazones.

martes

Cap.6 Mi turno


En esta parte de la historia, yo lo siento mucho, pero vamos a tener que hacer unos pequeños saltos en el tiempo. La relación de Sergio y Ana fue larga y tuvo sus altos y sus bajos. Muchos bajos. Y yo ya no me acuerdo de todos, así que solo voy a contar aquí la razón por la cual Sergio y yo nos fuimos haciendo más amigos.

Ana no era exactamente una mujer hecha y derecha. Decía muchas tonterías y le gustaba mucho ligar con chicos, digamos tontear con ellos. Ella al principio no te tomaba muy en serio la relación con Sergio, la verdad. Estaban los dos todo avergonzados y ni se abrazaban, pero a los tres meses ya estaba acaramelados por los pasillos del instituto. Pero aún después de asentar su relación, Ana a veces se olvidaba de que tenía novio, y no podía ligar con chicos así como así.

Había un ex novio de Ana en su clase de matemáticas, se llamaba Jose Mari. En realidad, ese ex era el grupo “más que novio, complemento” porque la Ana ni le quería, simplemente le pareció bonico y no se lo pensó dos veces. Pues bien, Jose Mari estaba coladito por Ana, así que para empezar a acercarse un poco más a ella, empezó a mandarle notitas en clase, hablando de temas más bien sin sentido, pero para que se fueran haciendo amigos.

Ana, con todo lo inocente (y tonta la verdad) que ella es, no se dio ni cuenta de lo que el Jose Mari sentía por ella así que le siguió el royo como amigos, pero decidió no contarle al Sergio lo de las notas ya que se podría enfadar.

Eso fue un error, porque las mentiras tienen las patas muy cortas, y a Sergio le dio igual que se pasaran notas, lo que no le gustó cuando se enteró es que Ana se lo escondiera, porque eso le hacía pensar que no eran solo amigos, y que vete tú a saber que se decían en las notas si Ana no quería que se enterara. La verdad es que visto así haría dudar a cualquiera.

Para ayudar, lo amigos de Sergio se empezaron a inventar y dijeron que Ana estaba con Jose Mari, y como eran sus amigos, Sergio empezó a dudar más todavía.

Cortaron.

A mí no me hacía gracia que cortaran, pero tampoco me molestaba demasiado, porque eso me daba una oportunidad con nuestro Adonis, pero aun así Ana era mi amiga, y no podía dejar que lo pasara tan mal.

Hable con Sergio, más bien por msn porque no podía verlo en persona, y le dije que Ana le quería, que nunca le iba a engañar (es muy pronto para desvelar lo errores, pero me equivocaba en eso…), que ellos estaban hechos para estar juntos, que tenía que confiar en Ana, y que no se creyera los rumores, que mentían… Al final conseguí disipar bastante sus dudas, y con eso al final se arreglaron y volvieron, con la condición de “no más notitas con Jose Mari” que Ana aceptó sin rechistar.

Y aquí no voy a mentir, esa fue una de las tantas conversaciones que tuve con Sergio en las que me convertí en su consejera particular para casi todos sus problemas, y en las que me acabé enamorando de él. Enamorada del novio una de mis mejores amigas. No suena muy bien pero era verdad. Ya me he acostumbrado a la situación incluso.

Cap.5 El turno de Ana


Yo: Has hablado ya con tu primo?

Preferí dejarle un mensaje privado en tuenti a pesar de que estaba conectado, ya que así fue también como hablamos la vez anterior, nadie tenía porqué enterarse.

No tardo demasiado en responderme, un verdadero alivio porque tenía prisa, llegaba tarde a clases de inglés, y como también iba Ana a esas clases quería tener buenas noticias que contarle.

Sergio: Pues si está aquí conmigo xD

¡Pero dime qué te ha dicho! Desde luego que razón tienen los artículos de revistas, que dicen que los hombres no pillan las indirectas simples, las obvias, o las complejas. Les tienes que decir las cosas claras.

Yo: Y qué te ha dicho!?

Me pase el minuto, que me pareció un cuarto de hora, que tardo en responder dándole a inicio en tuenti para que se actualizara la página y esperando ver un mensaje personal nuevo que, al fin, apareció.

Sergio: Pues al final me ha dicho que si, que salga con ella…

Yo: Dios que guapo! Si quieres se lo digo yo a la Ana ahora que voy a inglés con ella, pero quedaría mucho mejor que se lo dijeras tú en persona.

No quería terminar la conversación con eso, ya que tenía muchas ganas de quedarme a hablar con él, pero mi madre ya me estaba gritando que bajara, que ya era hora de ir a las clases, así que no me quedaba otra que darme prisa.

Sergio: No mejor díselo tu que a mí me da corte xD

Yo: Ok, bueno me voy ahora se lo diré ^^

Sergio: Adiós

Yo: Adiós, besos (L)

Sergio: Bss

Aunque parezca mentira, yo no soy de esas que ponen besos y te quieros cuando se despiden. Yo suelo poner un simple adiós y a veces un corazón negro que tengo como símbolo en msn, pero en ese momento quería mandarle un beso, y ya que si se lo decía ahora parecería una simple despedida, aproveché.

Yo no sabía que con la tontería de querer decirle cosas así, acabaría despidiéndome diciendo “Adiós, muchos besos, te quiero (L)” pero solamente con él. Nunca se dio cuenta de esto, y fue un alivio. A mí no me gustaría darme cuenta que un amigo solo me pone “besos” y “te quiero” a mí, porque estaría bien claro que no me ve como amiga y se jodería la relación.

Cuando llegué a clases de inglés y se lo conté a Ana, se puso contenta no, lo siguiente. En esos momentos me dio rabia. Yo creía que era envidia porque Ana había otro chico con el que salir, y además bastante bueno, pero en realidad era por otra cosa más fuerte que la envidia. Cuando Conchi se enteró no puso la misma cara que yo puse al ver a Ana tan contenta. Creo que hasta se alegro por ella. No sabía lo que le iba a tocar después.

miércoles

Cap.4 La conversación

Tuve suerte, y cuando lo agregué estaba conectado. Hablé con el por mensajes privados. Aún tengo la conversación guardada. Os dije que esto era totalmente real, y toda esta gente existe, ni les estoy cambiando el nombre, así que no lo toméis en broma.

Yo: Oye, qué ha pasado contigo y con la Ana, que casa uno tiene sus versiones y yo no sé qué creerme.

Sergio: Versiones de qué?

Yo: Mira lo que a mí me han dicho a sido que ella te ha pedio salir y que tu no querías porque ella era muy pequeña y después me han dicho k esa carta tú no sabes nada de ella.

Sergio: Ella a mi no me ha dicho nada jajaja y la carta le dije yo al Jaime que la escribiera, madre mía lo que se inventan jaja

Esta parte me sorprendió. Yo que aún no lo conocía de nada, descubrí en ese momento dos cosas bastante valiosas en un chico: tiene sentido del humor y no le importa lo que digan de él.

Yo: Por qué le dices que no a la Ana? Angelica, con lo buena gente que es.

Sergio: Yo no le he dicho que no, solo digo que ella es muy pequeña para mí.

Cierto, ya no lo recordaba. Nuestro Adonis tenía sus fallos, y es que era un estudiante penoso, repitió primero y segundo, por lo tanto se queda con 15 años comparados con los 12 de Ana. Había diferencia.

Yo: Bueno la edad tampoco es lo más importante, joder,

Sergio: Es que yo he dicho algo!? xD

Vaya, ahora se contradice. De todas maneras esto solo puede ir a mi favor.

Yo: Si que lo has dicho! Acabas de decir que es muy pequeña para ti!

Sergio: Pues si es que es verdad, ella tiene 12 y yo 15

Yo: Pero que más da! Me acabas de decir que la edad no importa!

Contradecirlo a sí mismo es una táctica muy buena para que dude de lo que debe hacer.

Sergio: Ya, si a mi no me importa pero yo que sé

Yo: Es que si te gusta, te gusta, da igual la edad

Sergio: Oye que yo no he dicho que me guste eeh! xD Para mí no es fea ni guapa, me entiendes? Es que la veo pequeña para mí.

Yo: O sea que no te gusta? O es porque sea pequeña? A ver que me respondes que te muerdo xD

Sergio: Es porque es pequeña eeh, no me comas! xD

Yo: Y si fuera mayor te gustaría

Sergio: Pues…. sí.

Yo: Y ahora qué vas a hacer?

Sergio: Pues le peguntaré a mi primo, que él siempre me sabe aconsejar bien.

Yo: Ok, cuando sepas ya lo que le vas a decir me avisas, que me quiero enterar ^^

Ya solo me quedaba esperar. Realmente me dio muy buena impresión en esta conversación. Todas las que habíamos tenido antes habían sido prácticamente de Hola y Adiós. Si, este chico tenía algo especial, era diferente. Me quedé esperando con la esperanza de que no tardara demasiado, ya que la paciencia no es uno de mis fuertes.

sábado

Cap.3 Encantadas de conocerle

-Bueno Sergio, esta es una amiga mía que la conozco desde que nací, se llama Ana, y estas son sus amigas, Nerea y Conchi.

El Adonis, por lo visto llamado Sergio, nos sonrió un poco sonrojado, seguro que ya le habrían contado alguna historia de que nos gustaba y estaba reciente la broma del recreo. Yo me sonrojé, y parece que mis amigas también. Sus ojos azules se posaron en Ana.

La verdad es que fue un momento un poco bochornoso: los cuatro nos mirábamos sonrojados y con una sonrisa estúpida pintada en la cara que parecía gritar “me muero de vergüenza”. Todos menos Jaime, claro, que parecía disfrutar de ese momento tan incómodo entre nosotros.

Al final nos decidimos y le dimos dos besos homologados para las presentaciones, con sus “encantada de conocerte” correspondiente.

Ya teníamos que irnos a nuestra clase pero las tres sabíamos los que había pasado ahí: Ana se estaba enamorando.

Sí, vale, ahora diréis “pero tu como lo sabías, si es ella la que siente las cosa, etc.”, pues lo sé porque después me lo contó listillos. Y siguiendo con la historia, eso fue como un flechazo de las películas. Yo la verdad, al principio, no me creí ni una de sus palabras, pero después de ver la de veces que puso sufrir por él la acabé creyendo. Conchi la creyó antes. Supongo que ella no se hipnotizó con los ojos de ese tal Sergio y tubo tiempo se mirar cómo se iluminaban los de Ana.

Esa tarde, por lo que me acabé enterando después, Jaime fue a casa de Sergio con noticias sobre Ana. Esta le había dicho a Jaime que le gustaba un poco bastante ese nuevo amigo que le presentó, y le pidió ayuda para ver si podía tener algo con él.

Jaime estuvo bastaaante tiempo hablando con Sergio, intentando convencer de que probará suerte con Ana, que era una gran chica y que seguro que iba a funcionar. Al parecer no lo consiguió convencer, pero sí consiguió que dudara, y eso fue bastante para que acabara cayendo.

Agregue a Sergio a tuenti. Tenía interés por saber más de ese chico.

jueves

Cap.2 Comencemos pues

Bueno lo primero me voy a presentar, yo soy Nerea, soy la escritora y sí, también formo parte de esta historia. Mis dos amigas: Ana y Conchi. Me gustaría contar detalles sobre ellas, pero este no es el momento ni el lugar para enrollarse a contar sus vidas. Sólo voy a deciros que éramos medio populares, porque muy mucho tampoco, pero nos conocía la gente. No es por alagarnos ni nada parecido, pero a decir verdad estábamos muy bien proporcionada para unas chicas de 1º de ESO, ya que las demás no tenían mucha delantera que digamos, tampoco me quiero meter con ellas.

Toda la historia que voy a contar empieza con esto, así que atención. Todo empezó un día como otro cualquiera. Salimos al recreo y nos fuimos a un muro que hay en nuestro instituto, que es más bien la pared de una rampa pero te puedes apoyar y se está bastante bien. Había un grupo de chicos de 2º cerca de nosotras. Como entre ellos estaba un amigo de Ana, dimos el visto bueno entre nosotras para poder cotillear sin disimulo ninguno qué tal estaban esos chicos. Había uno, alto, su camiseta verde tapaba su cuerpo aparentemente musculoso, aunque un poco flaco, pelo corto, y, de lo que nos daríamos cuenta después, unos ojos azul cielo que enamoraban al más frío.

En ese momento (el peor momento posible, creo yo) nos vino el pavo. Es una expresión un poco extraña, sí, pero todas sabemos lo que es que te venga el pavo: de repente empiezas a hacer tonterías y a reírte como una posesa sintiéndote la persona más feliz del mundo por esos segundos. Total, que nos pusimos Conchi y yo a chillar “¡El de la camiseta verde!”. Me acuerdo perfectamente de ese momento: Conchi y yo usamos todas nuestras dotes de disimulo (que eran pocas) y rapidez para escondernos detrás del muro de manera que, cuando sus ojos azules buscaran quién le había llamado, se cruzaran con el negro profundo de Ana, a la que le entraba la risa tonta estropeando parte del romanticismo.

Al cambio de clase, el amigo de Ana que estaba entre el grupo de ese Adonis de ojos azules se nos acercó, que por cierto se llama Jaime, que ya era hora de ponerle nombre, y nos dijo que si le queríamos conocer, el nos lo presentaba. Estaba claro que usar el plural era simple cuestión de cortesía, porque nosotras en ese momento solo veíamos a ese chico como un tío bueno, pero Ana quería saber más.

De esta manera tan simple y tonta empezó todo. Ana ni se podía imaginar lo que iba a vivir con ese ojos azules tan guapo, y Conchi y yo muchísimo menos.

Cap.1 ¿Cómo hemos llegado hasta aquí?

Esto es totalmente estresante, no sé cómo he podido llegar a esto. Teóricamente no debería estar así. Teóricamente... no me queda ná. Me he parado a pensar, si ella no hubiera dicho "¡Qué bueno esta ese!", si no hubiéramos empezado con esas tonterías tan nuestras a gritarle, si no le hubiéramos hecho dudar nada hubiera pasado... No hubieran estado juntos, no lo hubiéramos conocido, no se hubieran enamorado, no se habrían peleado, no hubiera habido tantos encuentros, tanta confianza... No estaríamos aquí a su alrededor, sintiéndole respirar y escuchando los latidos de su corazón... No estaríamos aquí viéndole tan indefenso, inocente y perfecto mientras duerme... No estaríamos aquí, enamoradas como idiotas del mismo chico que nos quita el aliento a las tres con solo una mirada. Antes éramos simplemente tres amigas pero esto nos está uniendo, él nos está uniendo, y a la vez nos está separando. Sabemos que solo puede querer a una de nosotras, y sabemos quién es, pero el hecho de que con cada palabra que salga de su boca de nos quite el aliento, el hecho de que su sonrisa nos ilumine el mundo y que sus miradas nos congelen el corazón, nos ilusiona inútilmente, ya que dos de nosotras se quedarán con las ganas de besar esos labio tan perfectos, aunque una ya lo ha hecho y, creedme, eso no se nos está pasando. Una de nosotras ha podido estar con él como todas queremos ahora mismo estarlo, una de nosotras ha tenido varias, no solo una, oportunidades de tenerlo para siempre... Pero se acabó terminando... Y ahora parece que volverá otra vez a empezar, otra oportunidad más y siempre a la misma persona. Eso nos hace a nosotras dos sentirnos aparte y tener una sensación extraña, el hecho de que si les dejamos estar juntos lo pasemos mal y nuestro corazón se quede en nada contra el hecho de convencerla de que no debe y que la conciencia de cada una de nosotras nos ataque continuamente. Es una elección difícil pero aquí las tres sabemos que no la vamos a poder atrasar demasiado.

Bueno, realmente me estoy adelantando mucho a los hechos, debería empezar desde el principio, desde que nos empezamos a enamorar, del por qué y del cómo. Espero que les guste esta historia porque puedo jurarles... que es cierta.